Las Manos de(l) Alba.
Por: Harvy Muñoz
Alba no es una mujer normal. Ella ha tocado la felicidad hace muy poco tiempo, y la ha tocado en todo el sentido y la profundidad de la palabra. Ahora puede sentir el calor, el frío, cortar sus alimentos, tejer, y hacer lo que más le gusta, maquillarse con intensidad para verse bella y volver a sentirse viva. Esta colombiana es la primera mujer en el mundo que ha recibido un trasplante bilateral de manos, gracias a la cirugía del doctor Pedro Cavadas, un especialista español, pionero en el mundo en hacer este tipo de intervenciones quirúrgicas.
Alba viajó el 7 de noviembre de 2000 a España tras el “sueño europeo”, cuando a los colombianos no les exigían visado para entrar a la casa de la ¨madre patria¨, como lo han hecho otros 530. 242 compatriotas, en búsqueda de mejorar su situación económica y la de su familia. Pero ella no era una inmigrante normal, le faltaban esas dos extremidades de las que más se vale y abusa un extranjero para ‘ganarse la vida’ en tierras extrañas. Es decir, ha tenido su situación de vida de inmigrante aún más compleja y adversa. Sin embargo, a pesar de su discapacidad, pudo más su tesón, su voluntad inquebrantable, su fuerza interior y su necesidad de ganarse la vida. Por eso, ha trabajado en varios oficios, como pastora de ovejas, de vigilante en un centro turístico en Oropesa, haciendo limpieza de casas y como cuidadora de niños, todo valiéndose sólo de sus dos muñones.
La mañana estaba gris como pocas veces se torna en el Fresno, Tolima, este pequeño pueblo enclavado en la cordillera central. Alba, aquella jovencita, que resplandecía por su belleza en todo el pueblo, dio el último sorbo a su taza de café mientras en la puerta de su humilde casa la esperaba Nubia, su mejor amiga. Aquel día tenían la última prueba de química, para la que habían repasado cuatro días antes, pues las dos repetirían su último año de bachillerato, sino la superaban.
La pérdida…
En el laboratorio del Colegio Central, Rodrigo, el profesor de química, esperaba ansioso a sus 17 estudiantes. Pero Alba, su principal atracción, se retrasó porque la lluvia aquel día inundó todo el pueblo. Su maestro la esperaba con la furia oculta tras el mortero, el Fósforo Blanco y el Potasio. Ella ignoraba que con estos dos elementos químicos producirían pólvora. El profesor Rodrigo le ordenó que pusiera una cucharada más de Fósforo Blanco, ella empezó a revolver y a revolver, mientras él se escurría por el pasillo que lleva a la Rectoría. De repente, la mezcla empezó a calentarse como si tuviese el mismo sol en sus manos. El maestro cruzó la puerta del salón de profesores con la excusa de buscar las gafas que había olvidado pero que nunca había usado durante sus clases. Un estallido fuerte rompió los espejuelos de sus anteojos y un grito estridente taladró los huesos de todas las estudiantes de la institución. Todos corrieron hacia el laboratorio.
Alba se encontraba tendida en el suelo, pero sus manos no se hallaban en ninguna parte. El mortero había explotado. Aquel 16 de noviembre de 1978 cambió su vida para siempre, jamás volvería a escribir en su diario con su puño y letra. En el no pudo plasmar la cruel venganza del profesor que le acosaba para que tuvieran sexo. Ni tampoco ella quiso cursar demanda judicial contra aquel asesino de sus manos, ¨porque en mi casa no iban a creer que él me asediaba¨, recuerda hoy Alba, 33 años después.
¨Yo recuerdo que el Colegio compró un viejo jeep Willys para rifarlo y recoger dinero para darme unas prótesis¨. Con esa plata pudo comprar sus primeras manos artificiales. Las mismas que se ponía y sentía como guantes, pues de su memoria jamás se borraron sus manos suaves de adolescente. Con ellas preparó su maleta y ayudó a Evangelina, su madre, a alistar las cosas que se llevarían en su mudanza a Manizales. Allí trabajó como secretaria para una firma de ingenieros. Un miércoles por la tarde, cuando cerraba el cajoncito de su escritorio como solía hacer antes de terminar su jornada, Gonzalo, su jefe, se le acercó y le confió que era miembro del Club Rotario, y que él podría proponer su caso ante esta institución para que lo estudiasen y vieran si podrían donar unas prótesis que se adaptaran mejor a su cuerpo.
Alba viajó a Los Ángeles, donde permaneció 184 días entre análisis médicos, fisiológicos, psicológicos, pruebas de laboratorio y unas clases de inglés para comprender al menos que iban a hacer los médicos con ella. Finalmente, supo que sus extremidades no tendrían más solución que recibir unas prótesis mioeléctricas. Con ellas convivió 8 años hasta que un día su fuerza incontrolada fue la gota que rompió el vaso en el que tomaba leche. Los impulsos que ordenaba su cerebro a las prótesis destrozaron platos, doblaron cucharas, quebraron lápices. Hasta que decidió no usarlas más y ponérselas sólo cada vez que tenía que ir a una entrevista de trabajo.
El viaje…
Su viaje a España, en medio de las lágrimas de su madre y la mirada impotente de su hermano Rodrigo para llorar, por su discapacidad mental, dividieron la vida de Alba en dos. Ella viajó ilusionada, para reencontrarse con el amor de su vida, Julián quien había viajado dos años antes. Alba, el único sostén de su casa, le dolía dejar a su mamá y hermano enfermos, pero por otro lado la alentaba el deseo de regalarles una casa, de la que siempre habían carecido.
Julián era el mayordomo de una finca y se había ganado el aprecio y la confianza de sus jefes y ganaba muy buen dinero. Pero como estuvo viviendo tanto tiempo solo, y el licor aquí es tan barato, se refugió en el. Entonces cada vez que se emborrachaba, llegaba a la casa agresivo a humillarme y a pegarme.
Alba sacó más valor del que ha tenido toda su vida, se cansó de la infidelidad de su compañero, de los malos tratos, de las humillaciones. Un domingo por la tarde, cuando regresó de su trabajo encontró que Julián se había llevado su ropa para irse con otra mujer, entonces fue la oportunidad perfecta para ponerle fin a esa relación, y olvidarse de ese hombre para siempre con la misma fuerza del duelo de sus manos ausentes.
Alba: icono de las migrantes colombianas.
En un pequeño apartamento de Castellón de la Plana, una pareja de colombianos con su hija de 5 años, le brindó cobijo a Alba, luego de que la Fundación del cirujano Pedro Cavadas le retirara la ayuda para vivienda. Habíamos hablado varias veces por teléfono, pero sólo había visto su imagen en los noticieros de televisión. Alba ocupó la portada de los principales diarios españoles, su operación, el primer trasplante bilateral de manos es el primer caso en el mundo. Esta noticia ha hecho tan popular a Alba, que hoy es un icono de la mujer inmigrante colombiana en España.
Desde Madrid había preparado este encuentro durante un año para un documental que realizo sobre ella . Me esperó a la puerta, nos saludarnos con dos besos y no pude contener que mis ojos inquietos repararan sus manos. Estreché su mano derecha suavemente, pues temí que con mi fuerza pudiera romper sus frágiles manos de porcelana.
El nacimiento de sus nuevas manos…
Alba jamás olvidará aquel 30 de noviembre de 2006 cuando fue ingresada al Hospital Universitario¨ La Fe¨, en Valencia. Por fin se cristalizaría su sueño de volver a tener manos, oculto durante 28 años. Ese día materializó el primer trasplante de manos de España y primero en una mujer en el mundo. Con esta microcirugía reconstructiva de las manos de esta colombiana de 47 años, se puso a prueba la ciencia, la solidaridad y el altruismo de los seres humanos, pues Alba hoy tiene de nuevo manos, gracias a la donación de una joven española que dejó su vida en un accidente automovilístico, pero que no murió del todo, gracias a la adaptación en el cuerpo de Alba.
¨España me dio las manos que Colombia me quitó…Por eso España es mi segunda patria ¨, dice Alba con cierto resquemor mientras se mete en su cama y se cobija hasta el cuello como queriéndose ocultar en el fondo de la tierra por sus frecuentes depresiones y una gripe que la tienen agobiada. Pero quizás su sentencia no sea del todo así, sus manos son la consumación de un deseo, una compensación de la naturaleza, una comprobación de que somos seres de la especie humana, y que no importa la nacionalidad, ni fronteras, ni raza, ni cultura o creencia religiosa. Que lo más importante ha sido el intercambio, y que ahora ella lleva en su cuerpo¨ unas bellas manos de pianista¨ como suele llamarlas.
- Cuando me las vi, las vi preciosas…preciosas.
Hoy reside en su cuerpo una parte española y otra colombiana. Alba es de aquí y de allá. Ella refleja, en su cuerpo, la complementariedad de la migración, los inmigrantes toman elementos de los nativos, y estos últimos toman elementos de los primeros. Sus manos son el trofeo que España le dio por vivir allí, por ser una mujer fuerte, luchadora, trabajadora, responsable con su madre enferma, por ser buena hermana y por ser buena ciudadana en estas dos distantes orillas del mundo.
Volver a sentir...
Regresé tres meses después de mi primera visita. Alba había pasado a vivir con sus primas. Compartimos todo el día y continué el rodaje de mi documental con ellas. Preparamos un almuerzo familiar entre todos. Alba levantó un bidón de agua de 5 litros como si fuera una hoja de papel y se sirvió un vaso de agua para tomar una de las pastillas que evitan el rechazo de sus manos. Fue impresionante ver como ha avanzado su cirugía, como agarraba el vaso con ellas, sintiéndolas suyas, como si fuesen sus manos de antaño. Alba ayudó a poner la mesa, los cubiertos en cada sitio, los vasos, las servilletas, ahora puede coger las cosas nuevamente, tocarlas, sentirlas, tocar la vida en todo su esplendor, poner a girar el planeta en la órbita de sus manos cada vez que quiere. En la comida, cortó su porción de carne con los cubiertos y lo llevó a su boca con sus propias manos.
- Ahora puedo maquillarme, que es una de las cosas que más me gusta hacer.
- También voy a poder escribir mi propia biografía, porque a mi la vida me ha dado palos muy duros, yo he llorado lágrimas de sangre.
- Y ahora también quiero estudiar medicina.
Y no cabe duda que esta mujer, con su fuerza de voluntad inquebrantable, pueda recibirme de nuevo dentro de 7 años en un hospital, ya no como paciente sino como médico.
Desde el 2007 Alba presentó a la ONCE, una institución que brinda empleo a los invidentes y otros discapacitados de España, una solicitud de empleo para vender lotería, pero aún no le han respondido.
- He entregado un centenar de hojas de vida y no me llaman de ninguna parte.
- Yo estoy dispuesta a trabajar en lo que me salga…como cuidadora de ancianos, recepcionista, secretaria, pero no resulta nada.
Alba sobrevive con una exigua pensión por invalidez que le otorgó el estado español por 525 euros, un millón 300 mil pesos aproximadamente. De allí paga su habitación, compra su comida, sus demás gastos personales, y con lo poco que le queda, unos 100 euros(260.000 pesos), logra girárselo a su madre, en Colombia.
¨Mis manos son como mis hijas¨.
Es verano, y durante dos días de rodaje no hemos podido disfrutar de un atardecer en la playa, pese a que Castellón tiene una prestigiosa ubicación en el mar mediterráneo. Todo porque Alba a partir del trasplante, tiene su piel predispuesta a contraer cáncer, por lo tanto, no puede recibir los rayos del sol. De igual manera, debe tomar de por vida inmunosupresores, medicamentos que inhiben el sistema inmune para evitar el rechazo de su organismo a las manos.
- Tengo que cuidarme muchísimo, debo evitar las gripas, tener cortaduras, caídas, llevar sol.
Esta situación, sus constantes ausencias en los trabajos para asistir a los controles médicos, sus bajones de ánimo, su riesgo constante para contraer cualquier enfermedad, hacen que Alba sea una persona poco empleable en España y en cualquier otro sitio.
Desde su operación han transcurrido más de 4 años sin empleo. Todo parecía indicar que consiguiendo sus manos la vida le sonreiría de mejor manera, que con sus dedos podría hacer girar el mundo como una pelota. Sin embargo, sus manos no han sido esos símbolos del trabajo con las que suelen asociarse en muchas culturas.
- Antes, conseguía trabajo más fácil… yo he trabajado de pastora de ovejas, ese fue mi primer trabajo en España, de cuidadora de niños, atendiendo una barbacoa en un camping en Oropesa del Mar, y sólo con mis muñones.
Alba diera la vida por regresar triunfante y definitivamente a Colombia con el merecido premio de sus manos, con ¨sus niñas¨ como ella misma las trata. Pero sabe que esto le costaría la vida de verdad, pues la medicación que recibe, sus controles médicos, y su pensión, la tienen anclada en España, pues en Colombia no existen este tipo de tratamientos. Y ella lo que desea ahora es vivir, vivir para seguir asistiendo los alimentos a su madre enferma hasta que la muerte se la arrebate como le quitó sus primeras manos. ¨Por eso debo seguir luchando aquí(en España) hasta que Dios quiera… pero antes quiero regalarle la casita a mi mamá¨.